...No...dejame...no quiero oirlo...dejame descender...descender al infierno...
Por fín, su voz se mitigo, no sabía si lo había dicho en voz alta pero parecía que había surtido efecto. No sabía nada, no quería saberlo. Estaba tirado en la cama del hospital, sin fuerzas ni ganas de vivir, estaba hundido y nada de lo que le dijesen podría animarlo. Había cometido un pecado , un pecado muy grave que ni siquiera su cinismo podría pasar por alto. No era religioso, ni creía en los pecados según la tradición cristiana, pero para él lo que había hecho merecía el tomento eterno.
Os preguntareis que puede llevar a un hombre a desear con todo su corazón la tortura eterna de su alma, que terrible crimen había cometido para guardar en su corazón tanta desesperación. Os lo contara el mismo con su último suspiro, desde su lecho de muerte, en su último acto de egocentrismo...
No sabría decir cuando o cómo comenzo todo, tal vez comenzase con la compañia de individuos poco recomendables y de los que aprendñi más de lo que debía o tal vez comenzo cuando me abandone a la suerte, cuando deje de cuidarme y de cuidar a la gente que quería...la verdad es que no lo sé así que comenzaremos en un punto de inflexión en mi vida, comenzaremos mi historia un miercoles, un fatídico mierdoles de hace cuatro semanas...
Era un día cualquiera, un día aburrido como todos los demás, llegue pronto a mi puesto de trabajo, para variar, y me puse a trabajar en el proyecto actual, ni siquier sabía de que se trataba solo hacía mecanicamente lo que me ordenaban, mientras dejaba volar mi mente , la dejaba en blanco para evitar pensar en mis problemas, que no eran pocos: facutras, hipoteca, soledad, disidia...mientras mis manos tecleaban rapidamente, din duda ni vacilación, con la seguridad con la que una máquina programada hace su trabajo. Ocho horas al día pasaban como 5 minutos, aislado en el interior de mi mente sin contacto con el exterior pasaba mi vida. Era un hombre solitario, es cierto no tenía contacto con ningún compañero de la oficina, tenía pocos amigos lo reconozco, pero era "feliz" así, por lo menos en ese momento así lo creía yo... Todo se complico cuando "ella" aparecio por primera vez en la oficina, aparecio de repente, como una exalación delante de mi, no me dio tiempo ni a saludarla pero me quede anonadado, me dio tiempo a mirarla a los ojos ¡Y qué ojos! Nunca había visto unos ojos como aquellos tan profundos, tan radiantes.... todavía ahora, después de todo lo pasado sigo viendolos con claridad en mi mente, puede que para otros fuese una bendición poder contemplar semjante belleza a voluntad pero para mi, para mi es una maldición . Continuando la historia donde la dejamos: yo me encontraba confuso, y por primera vez con ganas de mezclarme con mis compañeros para "marujear" sobre la nueva compañera, cosa dificil después de tres años de aislamiento.
Me acerque lentamente a la maquina de cafe entorno a la cual mis compañeros estaban reunidos cotilleando. No esperaba un recibimiento caluroso, más bien un lapidamiento a base de insultos, pero fué algo inesperado, me recibieron como a un nuevo empleado, lo cual en cierta manera lo era, y me aceptarón sin más permitiendome indagar en la historia de la nueva compañera, permitiendome acercarme sibilinamente a ella.
jueves, octubre 06, 2005
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